Thursday, November 09, 2006

Comienza la soledad

Las dudas que me acometieron en esa época no fueron sobre mis creencias si no mas bien de mi disposición a alejarme de las cosas que sentía mías y me eran amadas, quien me conoció en esa época sabrá que si me fui al Internado a estudiar (aun cuando estos eran mis planes originales) no fue en los mejores términos, pues mi papá cansado de lidiar con mi adolescencia literalmente me corrió de la casa y me llevo incluso antes del día oficial de internarse a ese inmenso complejo, por ello yo tenia especial cariño por ese lugar y por los que allí conocí, era mi casa y si he de ser sincero fue a partir de esa época que nunca mas sentí como mía la casa paterna.
Por ello dejar ese lugar cuando apenas había cursado los dos primeros años de los tres que componía la preparatoria fue y a sido una de las experiencias mas tristes de mi vida, allí se quedaron amigos y amores que nunca he vuelto a ver, hoy a la distancia solo me queda la memoria para recordar una etapa maravillosa.
Uno días antes de iniciar la misión recibí la visita y fue la última vez que le vi a quien durante la mayor parte del año escolar anterior fue mi novia y a quien mencione anteriormente, ¿sabes Adriana? Ese momento que pasamos juntos y que lamentablemente duro tan poco fue de los pocos que alegro mi corazón en esa etapa tan difícil.
Así un día 3 de Septiembre y ya con mis padres fuera de mi lugar de origen y empezando a trabajar dentro del internado como supervisores (quienes eran los encargados de cuidar y alimentar a los jóvenes dentro de las casas del internado) di comienzo a mi aventura, desafortunadamente mi padre no tuvo la sensibilidad para consolarme durante el trayecto de ese primer momento y algo que debió ser especial se convirtió en un viaje lleno de palabras ásperas y sentimientos de soledad.

Desde el inicio

Como toda historia esta tiene un punto de partida, la mayoría pensara que esta se dio cuando comencé mi servicio, lamento disentir, al menos para mi se dio desde el instante mismo en que me concibieron, si me atengo a la memoria y los relatos de mi madre, fue la noche de mi concepción cuando ella le prometió a su Dios que si le permitía embarazarse de un varón este le serviría como misionero, bueno a los nueve meses confirmo el sexo de su hijo y empezó mi terapia, no recuerdo un momento en que ella no me hablara del asunto, para los que piensan que las constantes enseñanzas de los padres a lo hijos no son efectivas por lo menos en mi caso fueron y son parámetros de conducta que me han marcado la vida y con ello me han encerrado en una prisión mental marcada por lo bueno y lo malo, se que mis padres lo hicieron confiando en la nobleza de sus actos, quizás el que nunca a dado la medida sea un servidor, bástame decir que me marco esa enseñanza, para bien o para mal soy el producto de ese experimento.
Así que crecí entre un Dios que todo lo ve y mis sentimientos de culpa por las debilidades con las cuales nací, si Dios es puro amor, el Dios que mi mente tiene presente no lo es.
No entrare a en mas detalles de mi niñez por ser este tema para otro blog, señalo pues que nunca hubo duda en mi mente de lo que tenia que hacer al cumplir los 18 años, por ello no fue una sorpresa para nadie el que meses antes de cumplir esta edad llenara los formularios correspondientes y los enviara a la sede de mi religión para su aprobación, ni nunca hubo duda en mi de que se me autorizaría para el servicio, ¿como se me negaría esto, si contaba con la salud adecuada y los conocimientos doctrinales? lo mas duro fue que después de enviar los papeles se nos indico que debíamos terminar con nuestras novias y yo fiel al compromiso lo hice como se me dijo, todavía veo a esa hermosa niña de ojos claros llorar por esa decisión y con ella yo, si se diera el caso de que ella leyera esto recibe mi cariño y aprecio querida Luz Adriana González, esto se hizo el día 30 de Abril del año de 1987 en la parte posterior de la Biblioteca del Centro Escolar Benemérito de las Americas, institución educativa desde donde envié los documentos, lo siguiente fue viajar a mi casa y comunicarles que estaba hecho lo anterior, a partir de ese momento pero con mayor fuerza a partir de mi cumpleaños 18 (yo nací un 19 de Julio de 1969) mi mente y corazón empezaron a llenarse de dudas.

No conozco otra manera de seguir en la trinchera


He pensado mucho acerca de la conveniencia o no de escribir estas memorias de una etapa en mi vida marcada por la soledad, la frustración y el aprendizaje, y lo he pensado por que mi interés es contar lo que vi y viví, con ello seguramente mas de uno que comparta mi religión se sentirá ofendido, incluida mi familia si en algún momento lee esto, pero así pasaron las cosas según la perspectiva de mis 18 años, hoy con mas del doble de esa edad y en una etapa de transición familiar, recuerdo esos días y comprendo que fue allí cuando forje mi camino, fue allí cuando deje salud e infancia. Entonces... fui hombre!